O lo que viene siendo lo mismo "maquina que permite volar por el tiempo"; se trata de una novela de 1887 de un autor español: Enrique Gaspar y Rimbau.
Lo curioso es el nombre que le dio, griego en estado puro (ana+crono+pete, este último del verbo "volar" griego).
Así que, como siempre, los clásicos no pasamos nunca de moda.
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